Vislumbres de los Vedas y los Upanishads4

Nalpe sukham asti bhumaiva sukham.

En lo finito no hay felicidad.
Sólo lo Infinito es felicidad.

Cualquier cosa que sea finita no puede encarnar felicidad, y mucho menos Deleite duradero. Lo finito encarna el placer, que no es verdadera felicidad. Lo Infinito encarna la verdadera felicidad divina en medida infinita y, al mismo tiempo, revela y ofrece al mundo en general su propia Verdad, su propia Riqueza.

Lo Infinito se expresa en formas infinitas y en tamaños infinitos en el mundo de la multiplicidad; igualmente, este Infinito disfruta de sí mismo de una manera divina y suprema en el Plano Trascendental más elevado de su propia conciencia. Aquí en el mundo de la multiplicidad, lo Infinito se expresa de tres maneras principales. La creación es el primer aspecto de lo Infinito. El segundo aspecto es la preservación. El tercer aspecto es la disolución o destrucción.

Estos términos –‘creación’, ‘preservación’ y ‘destrucción’– son términos filosóficos y religiosos. Desde el punto de vista espiritual, la creación existió, existe, y está siendo preservada. Cuando usamos el término ‘destrucción’, hemos de ser muy cuidadosos. En la Visión interna del Supremo, la destrucción no es sino transformación. Cuando perdemos nuestros deseos, sentimos que han sido destruidos. Pero no han sido destruidos – sólo han sido transformados en una visión más amplia, que es la aspiración. Comenzamos nuestra travesía con el deseo, pero cuando nos embarcamos en el camino espiritual, el deseo le cedió el paso a la aspiración. La conciencia no-iluminada que vemos bajo la forma del deseo puede ser transformada y será transformada por la aspiración dentro de nosotros. Lo que, con nuestro conocimiento y nuestra visión limitada, llamamos destrucción, desde el punto de vista espiritual es la transformación de nuestra naturaleza no-iluminada, impura y oscura.

Ekam evadvitiyam.

Sólo el Uno-sin-segundo.

Desde este Uno vinimos a la existencia, y al cierre final de nuestro viaje debemos regresar al Uno Absoluto. Este es el viaje del alma. Si lo tomamos como un viaje externo, estamos equivocados. En nuestro viaje externo, tenemos un punto de partida y un destino final. Puede llevarnos unos pocos años, o muchos años, el llegar a nuestra meta destinada, pero el punto de partida está en un lugar y el destino está en otro lugar. Pero el viaje interno no es un viaje como tal, con el origen aquí y la meta en otro sitio. En nuestro viaje interno profundizamos en nuestro interior y descubrimos nuestra propia Realidad, nuestro propio Ser olvidado.

¿Cómo descubrimos nuestro Ser olvidado? Lo hacemos por medio de la meditación. Hay varios tipos de meditación: meditación sencilla, que todos conocen; meditación profunda, que el buscador espiritual conoce; y meditación superior o más elevada, que es la meditación del alma, en el alma, con el alma, para el ser entero. Cuando un buscador ordinario medita, lo hace en la mente. Si está un poco avanzado, medita en el corazón. Si está muy avanzado en la vida espiritual, puede meditar en el alma y con la ayuda del alma para la manifestación de la Divinidad en la humanidad.

Los Maestros espirituales meditan en el físico, el vital, la mente, el corazón y las almas de sus discípulos. Estos Maestros también meditan simultáneamente en lo Infinito, lo Eterno y lo Inmortal. Éstos no son términos vagos para los verdaderos Maestros espirituales. Son realidades dinámicas, pues en su conciencia interna, los verdaderos Maestros espirituales nadan en el mar de la Infinitud, la Eternidad y la Inmortalidad. Fácilmente pueden concentrarse, meditar y contemplar en estas tres Realidades divinas que representan a lo Absoluto.

Los Upanishads han llegado a existir a partir de cuatro Vedas: el Rig Veda, el Sama Veda, el Yajur Veda, y el Atharva Veda. Cada Veda tiene algo único que ofrecer a la humanidad. El primero y más famoso de los Vedas es el Rig Veda. Comienza con un dios cósmico, Agni, el Dios Fuego. Fuego significa aspiración. La aspiración y el mensaje de los Vedas son inseparables. Este fuego es el fuego del despertar interno, la llama interna ascendente. Este fuego no contiene humo. Este fuego no quema nada; únicamente ilumina y eleva nuestra conciencia. El dios fuego es el único dios cósmico que es un Brahmín. Agni, el fuego, se expresa en siete formas y tiene siete nombres internos significativos: Kali, la negra; Karali, la terrible; Manojava, pensamiento veloz; Sulohita, rojo-sangre; Sudhumravarna, coloreado de humo; Sphulingini, destellos esparciéndose; Vishvaruchi, el todo-hermoso.

Kali, la negra, no es de hecho negra. Kali es la fuerza o el fuego divino en nuestro interior, que lucha contra fuerzas hostiles no-divinas. La Madre Kali lucha contra los demonios en el campo de batalla de la vida. En el plano vital, la vemos como una Diosa oscura, tenebrosa, pero en el plano de conciencia más elevado ella es dorada. Vemos su forma terrible cuando pelea contra las fuerzas hostiles, pero ella es la Madre de la Compasión. Entendemos mal sus cualidades dinámicas –las tomamos como cualidades agresivas. La Madre Kali tiene compasión en medida ilimitada pero, al mismo tiempo, ella no tolerará ningún tipo de pereza, imperfección, ignorancia, o letargia en el buscador. Finalmente, la Madre Kali es belleza sin paralelo. Esta no es una belleza física. Esta es belleza interna, que eleva la conciencia humana hasta el más elevado plano del Deleite.

El Sama Veda nos ofrece la música de Dios, la música del alma. Además, nos ofrece la religión de la India, la filosofía de la India, y la política de la India. Todos estos impactantes logros de la India provienen del Sama Veda. La Música es de importancia capital en el Sama Veda. No es en absoluto como la música moderna; es la verdadera música que conmueve al alma. El grandísimo sabio del pasado, Yagnavalkya, dijo, “La morada de la música es el Cielo”. Es el Sama Veda el que contiene esta música celestial –la música que conmueve al alma, la música que energiza la vida.

La mayoría de vosotros habéis leído el Bhagavad Gita, el Canto Celestial del Señor Krishna. Allí, el Señor Krishna dice, “Yo soy el Sama Veda”. Él no dice ser el Rig Veda, el Yajur Veda o el Atharva Veda. No, Él dice ser el Sama Veda. ¿Por qué? Porque en el Sama Veda Krishna encontró la música del alma, que es la suya propia. Un gran santo-filósofo indio, Patañjali, comienza su filosofía con el Sama Veda precisamente debido a su música interna. Si la música es retirada de la Creación de Dios, será entonces una Creación vacía. Dios el Creador es el Músico Supremo, y Su Creación es Su único Deleite. Es en Su música donde Dios siente el Deleite, y es a través de la música como Él se ofrece a Sus hijos aspirantes y no-aspirantes.

Del Sama Veda hemos recibido el más significativo de los Upanishads, el Chandogya Upanishad. Este Upanishad es igual al Brhadaranyaka Upanishad. Es con diferencia el más extenso y, según muchos, no es sólo el más extenso sino también el mejor. Asimismo, hay quienes opinan que el Isa Upanishad, que es corto, muy corto, es el mejor –no por su tamaño, sino por su profundidad. Algunos dirán que el Svetasvatara o el Katha o el Kena Upanishad es el mejor. Cada uno debe expresar su sentimiento sincero acerca de la esencia de un Upanishad en particular.

El Chandogya Upanishad, que se deriva del Sama Veda, dice algo sumamente significativo a los buscadores sinceros. Una pregunta formulada muy a menudo a los maestros espirituales es, “¿Por qué necesitamos un maestro? ¿No podemos realizar a Dios por nosotros mismos?” En el Chandogya Upanishad hay un modo específico de convencer a los que dudan y a los seres humanos no-aspirantes que discuten por el simple hecho de discutir.

El Chandogya Upanishad dice que te consideres un viajero. Has perdido tu camino, y un ladrón te ataca. Se lleva todas tus riquezas, y te tapa los ojos. Luego te lleva a un lugar alejado y allí te abandona. Originalmente tenías visión, y podías moverte, pero ahora tu destino es deplorable. No puedes ver, no puedes caminar, estás llorando como un niño indefenso, pero no hay ningún rescate. Ahora supón que alguien viene y destapa tus ojos y se va. En ese momento podrás de ver todos los caminos a tu alrededor, pero no sabrás cuál es el adecuado para ti; e incluso si lo supieras, no podrías seguir ese camino pues tus piernas y tus brazos todavía están atados. Ésta es la condición del buscador que quiere realizar a Dios por sí mismo. Pero supón que alguien viene, te desata completamente, y te muestra el camino que te llevará a casa. Esta persona te ha hecho verdaderamente un favor. Si tienes fe en esa persona y confianza en ti mismo, entonces alcanzarás tu destino rápida y seguramente. Si tienes fe en ella, pero no tienes confianza en tu propia capacidad de alcanzar la meta, entonces irá junto a ti para ayudarte. El mismo maestro que te liberó de tu ceguera y te mostró el camino, avanzará contigo, en tu interior, para inspirarte. Actuará como tu propia aspiración para guiarte hacia tu meta destinada.

Si obtienes este tipo de ayuda de un Maestro espiritual, entonces tu vida puede ser significativa, puede producir frutos, y tú podrás correr con la mayor velocidad hacia la Meta. De lo contrario, hoy caminarás en este sendero, mañana en aquel sendero, y el día siguiente en algún otro. Puede que tengas la capacidad de caminar, pero regresarás una y otra vez a tu punto de partida, frustrado y desilusionado. Junto con la capacidad, si conoces el camino correcto y si tienes un verdadero Maestro que te ayude, ¿quién puede impedirte alcanzar tu Meta destinada? Una vez alcanzas tu Meta destinada, alcanzas las Alturas de Dios y comienzas a manifestar la Luz de Dios aquí en la tierra. Estás colmado –multiplicidad colmada en el abrazo de la Unidad.


UPA 4. Universidad Fairleigh Dickinson, Teaneck, Nueva Jersey, 30 noviembre 1971