La corona del alma de la India5

En las silenciosas cavidades del corazón de los Upanishads vemos y sentimos una combinación espléndida de la espiritualidad del alma y el sentido práctico de la vida. En el mundo de la imaginación, en el mundo de la aspiración, en el mundo de la realización, en el mundo de la revelación, y en el mundo de la manifestación, el alma de los Upanishads tiene la divina insolencia de asumir el liderazgo soberano, porque ese es su rol natural. Su entendimiento abarca todas las flaquezas de la débil humanidad. Su amor universal es el canto del auto-ofrecimiento.

Los Upanishads son al mismo tiempo el llanto-aspiración del corazón y la sonrisa-experiencia del alma. Ellos tienen la visión de la Unidad en la multiplicidad. Ellos son la manifestación de la multiplicidad en la Unidad.

El mensaje de los Upanishads es la vida divina, la vida de la humanidad transformada, y la vida de una conciencia terrestre iluminada. Los Upanishads nos dicen que la renunciación a la vida del deseo es el disfrute colmador de la existencia terrenal. Esta renunciación no es ni auto-negación ni auto-rechazo. Esta renunciación exige la trascendencia del ego para inhalar libremente la energía-vida del alma y sin embargo vivir una vida dinámica y activa en el mundo donde uno puede alcanzar la Altura de la Infinitud, el Deleite de la Eternidad, y la Luz de la Inmortalidad.

Cada uno de los principales Upanishad es un explorador en el bosque de la experiencia que abarca la vida humana. Cada uno de los principales Upanishad nos ofrece el conocimiento intuitivo y el valor interno para encontrar nuestro camino a través del laberinto de curvas y callejones sin salida, dudas y subterfugios. Llegamos a comprender que la vida es una gloriosa aventura del corazón aspirante, la mente buscadora, el vital en lucha constante, y el cuerpo despierto. Exploramos los lugares escondidos de la individualidad iluminadora y de la personalidad colmadora. Pasada está la oscuridad de nuestra mente. Pasada está la pobreza de nuestro corazón. Pasada está la impureza de nuestro vital. Pasada está la insinceridad de nuestro cuerpo. El tren de la Luz ha llegado. El plano del Deleite ha venido.

Los Upanishads enseñan al buscador que el Deleite es la manifestación del Amor divino, la Conciencia es la manifestación de la fuerza-alma, y la Existencia es la manifestación del Ser. En el Deleite, Brahman es la Realidad. En el Amor, Brahman es la Divinidad. En la Conciencia, Brahman contempla en la Visión de la perfecta Perfección. En la fuerza-alma, Brahman deviene el logro de la perfecta Perfección. En la Existencia, Brahman es el Amante Eterno. En el Ser, Brahman es el Eterno Amado.

Para la realización de Dios necesitamos un Guru. El Katha Upanishad dice: “Un buscador no puede encontrar su camino hacia Dios a menos que otro le haya hablado de Dios”. El Mundaka Upanishad dice: “Un buscador debe acercarse a un conocedor del Ser para su Iluminación interna”. El Prasna Upanishad dice: “Oh Padre, tú nos has conducido hasta la Ribera Dorada”. El Katha Upanishad dice: “¡Levanta, despierta! Escucha y sigue a los grandes”.
El Mundaka Upanishad dice: “Un Guru es aquél cuyo conocimiento externo es el Veda y cuyo conocimiento interno es la contemplación del Brahman”.

Un buscador que estudia los Upanishads y lleva una vida de auto-indagación y auto-disciplina no es ni puede ser un simple jugador en el escenario de la vida, sino que es más bien un director artístico espiritual y un verdadero productor divino. Más aún, él tiene dos hombros anchos, y no le importan las cargas del mundo. Siente que es su obligación aliviar el corazón sangrante de la humanidad. Su vida es la independencia del pensamiento y el espíritu. El servicio dedicado de su corazón recibe las ricas recompensas de lo alto. Ha logrado la maestría en su propia filosofía de vida, que es complacer a la Divinidad en la humanidad.

Taccaksur devahitam sukram uccarat pasyema saradah Satam.

Que podamos ver, por cien otoños, aquél Ojo lustroso, comandado por Dios, levantarse ante nosotros.

Vivir cien años no es tan solo dilatar nuestra existencia aquí en la tierra. Uno tiene que pelear contra la ignorancia. Vagos esfuerzos no pueden llevarnos hasta Dios. Lleva tiempo realizar a Dios. Lleva más tiempo revelar a Dios. Lleva aún más tiempo manifestar a Dios. Por ese motivo los Videntes de los Vedas rezaban por una salud sólida, una vida larga, una vida más allá de los cien otoños. También nos advirtieron que cualquier cosa que sea nociva para nuestra salud ha de ser evitada.

Uru nas tanve tan
Uru ksayaya nas krdhi
Uru no yamdhi jivase.

Para nuestros cuerpos, concédenos libertad.
Para nuestra morada, concédenos libertad.
Para nuestra vida, concédenos libertad.

Vivekananda, el gran Vedantín de coraje indomable, exclamó, “La libertad –libertad física, libertad mental y libertad espiritual– es la consigna de los Upanishads”.

A fin de lograr la libertad, necesitamos energía, poder y espíritu. Y para ello, he aquí la oración más poderosa:

Tejo si tejo mayi dhehi
Viryam asi viryam mayi dhehi
Balam asi balam mayi dhehi
Ojo si ojo mayi dhehi
Manyur asi manyur mayi dhehi
Saho si saho mayi dhehi

Tu espíritu ardiente invoco.
Tu vigor masculino invoco.
Tu poder y tu energía invoco.
Tu furia de batalla invoco.
Tu mente conquistadora invoco.

Los Upanishads sostienen siempre la visión intrépida de la vida. Progreso, progreso constante, es la característica de la era védica y upanishádica.

"Prehi, abhihi, dhrishnuhi.
  ¡Avanza, no temas, lucha!"

¿Luchar contra qué? Las ataduras, la ignorancia y la muerte. La vida es nuestra. La victoria debe necesariamente ser nuestra también. Cualquier cosa que se interponga en el camino del buscador debe ser desechada sin vacilación. Su vida es aquélla que no conoce compromiso alguno.

El anhelo principal de los Upanishads es por la Verdad Última. Esta Verdad puede ser lograda por un buscador genuino que tenga muchas cualidades divinas, y cuyo amor por Dios sea preponderante sobre cualquier otro amor. El buscador necesita tres cosas: vrata, auto-dedicación; kripa, gracia; y sraddha, fe. Encarnadas estas tres cualidades, satya, la verdad, es inequívocamente alcanzada.

¿Quién quiere permanecer sólo? Nadie, ni siquiera el altísimo, el primogénito, Virat. Llegó un momento en que Él sintió la necesidad de proyectar a los Dioses cósmicos. Proyectó al Dios Fuego, Agni, el único dios brahmín, desde Su boca. Indra, Varuna, Yama, Isana, y otros, fueron proyectados desde Sus brazos. Éstos son los dioses kshatriya. Luego, Él proyectó a los Vasus, los Rudras, los Maruts, y otros, desde sus muslos. Éstos son los dioses vaishya. Proyectó a Pusan desde Sus pies. Pusan es el dios shudra.

Un brahmin encarna conocimiento. Un kshatriya encarna fortaleza. Un vaishya encarna prosperidad. Un shudra encarna el secreto de la auto-dedicación. Estos cuatro hermanos son las extremidades del Ser cósmico. Aunque son distinguibles externamente gracias a su cualidad y su capacidad, en espíritu son uno inseparablemente.

Brahman, o el Ser Supremo, es el descubrimiento más grandioso de los Upanishads. Ningún alma humana sabe ni sabrá jamás cuándo entró en nosotros la ignorancia, pues el mismo tiempo terrestre es creación de la ignorancia. No obstante, un hombre que nada en el mar de la ignorancia no tiene por qué ahogarse. Los Videntes del pasado remoto, los conocedores del Brahman, en términos inequívocos nos dicen que todos los seres humanos pueden y deben salir de los grilletes de la ignorancia. Los conocedores de la Verdad Trascendental también nos dicen que el alma individual es en realidad idéntica al Ser Supremo. El único problema es que el individuo no recuerda su Naturaleza Trascendental verdadera. Finalmente nos dicen que “conocer al Ser es devenir el Ser”. Con la fuerza de su realización directa, un conocedor del Brahman declara, “Aham Brahmasmi”, “Yo soy Brahman”.

El poder-mente, el poder-corazón, y el poder-alma de la conciencia upanishádica son ilimitados. En el campo de la filosofía, Shankara encarna el poder-mente; en el campo de la espiritualidad dinámica, Ramana Maharshi, el gran sabio de Arunachala, encarna el poder-mente. Cristo, Buddha, y Sri Chaitanya de Nadia, Bengala, encarnan el poder-corazón. Sri Krishna y Sri Ramakrishna encarnan el poder-alma. En Sri Aurobindo, la visión del poder-mente alcanzó su zenit, y la realización del poder-alma encontró su colmadora manifestación en la tierra. Éstos y otros gigantes espirituales conducen el bote-salvavidas de la humanidad hacia la Morada Trascendental del Supremo.


UPA 5. Universidad Harvard, Boston, MA, 3 diciembre 1971