Hinduismo: El viaje del alma de la India
El hinduismo es una experiencia interna; es la experiencia del alma. El hinduismo no es una religión, es el nombre de una cultura: una autodisciplinada cultura espiritual. En realidad, la palabra “religión” no se encuentra en el diccionario de un hindú. Su diccionario contiene la palabra dharma. El dharma, sin duda, incluye la religión, pero sus largos brazos se extienden mucho más allá de la concepción usual de la religión. Dharma significa código interno de la vida, el significado más profundo de la existencia humana. Dharma es una palabra sánscrita que deriva de la raíz dhri, sostener. Lo que sostiene al hombre es su ley interior. Esta ley interior es una experiencia divina, todo-colmadora, que libera al hombre de las trabas de la ignorancia incluso cuando este se halla en el mundo físico.Religión, por otro lado, deriva del verbo latino ligare, ligar. Los antiguos romanos vieron la religión como una fuerza que liga y controla al hombre. Pero los antiguos videntes de la India sintieron que la religión, más aún, el dharma, debe liberar al hombre de aquello que lo ata, es decir, de su propia ignorancia. La conciencia despierta del hombre debe abolir la ignorancia o, para ser precisos, debe transformar la ignorancia en conocimiento de la Verdad.
Dice Sri Aurobindo:
"Si tuviera que buscar por todo el mundo para encontrar el país que está más abundantemente dotado con toda la riqueza, el poder y la belleza que puede conceder la naturaleza –en algunas partes un verdadero paraíso sobre la tierra– debería señalar a la India… Si me preguntaran bajo qué cielos la mente humana ha desarrollado más plenamente algunos de sus más selectos dones, ha reflexionado de la manera más profunda sobre los más grandes problemas de la vida y ha encontrado soluciones a algunos de ellos que bien merecen la atención de incluso aquellos que han estudiado a Platón y a Kant –debería señalar a la India. Y si me preguntase a mí mismo de qué literatura, nosotros aquí en Europa, nosotros que hemos sido nutridos casi exclusivamente con el pensamiento de los griegos y los romanos y de una raza semítica, los judíos, podemos extraer el correctivo más buscado a fin de hacer nuestra vida interna más perfecta, más comprensiva, más universal, de hecho más verdaderamente humana, una vida no para esta vida únicamente, sino una vida transfigurada y eterna –nuevamente debería señalar a la India."<br \> <br \>
</html> Caminar por el real sendero de los Seis Sistemas de Filosofía es difícil. Ese sendero es para los ilustrados y los pocos escogidos. La gente común necesita un sendero más fácil. Es aquí donde aparecen en escena los
Puranas. Los Puranas nos enseñan la religión hindú con historias, anécdotas y parábolas que inspiran y estimulan nuestro pensamiento. Los Puranas presentan el hinduismo de una manera fácil, interesante, encantadora y convincente. La mayor diferencia entre los Vedas y los Puranas es que los dioses védicos representan los atributos cósmicos del Uno, mientras que los dioses puránicos representan Sus atributos humanos. Ahora, el Bhagavad Gita o Canto Celestial requiere nuestra inmediata atención. Es la escritura por excelencia; el Gita es el hálito de vida del hinduismo. El Gita no sólo nos dice que realicemos a Dios sino que nos dice también cómo. El Gita introduce tres senderos principales hacia la realización de Dios: Karma Yoga, el sendero de la acción; Jnana Yoga, el sendero del conocimiento y Bhakti Yoga, el sendero de la devoción. La devoción emocional y el desapego filosófico no sólo pueden sino que también deben correr lado a lado para realizar lo Divino aquí en la tierra. Esta sublime enseñanza del Gita no conoce igual. Sin vacilación, un devoto hindú puede decir que el Gita ha sido el consuelo de toda su vida y será el consuelo de su muerte. Ciertas personas están sinceramente hartas de nuestras ceremonias y ritos. Para ellas sólo son algo barato, confuso y ostentoso; pero los críticos no tendrán más opción que revisar sus opiniones cuando lleguen a saber por qué realizamos los rituales. Huelga decirlo, queremos que la espiritualidad gobierne nuestras vidas, tanto interna como externamente. Sin la pureza en la mente, no puede haber verdadera espiritualidad; y para quienes quieren la pureza, la ejecución de rituales es a menudo una necesidad de valor incalculable. Sabemos que cuando la mente es pura, aparece la iluminación; las verdades sutiles, que habitan más allá del alcance de nuestros sentidos, entran directamente en nuestra conciencia a través de la mente pura. Tomar parte en ceremonias ayuda enormemente en este proceso. De acuerdo en que los ritos son cosas externas. Pero hemos que saber que las cosas externas son las que convencen de la verdad a los individuos. Antes o después, los rituales tocan el núcleo mismo de nuestra conciencia. Los rituales impregnan cada aspecto de la vida hindú. Los ritos también han estado de moda desde los tiempos del Atharva Veda. Si los ritos se ejecutan con un impulso interno y un corazón aspirante, pueden ayudar de manera considerable a conquistar las fuerzas hostiles, a prevenir futuros infortunios y a colmar la vida en su divina plenitud. Sin duda, esta es la actitud divina. El temor a una caída espiritual nos amenaza únicamente cuando usamos los ritos, o más bien la magia o ritos menores, para ganar fines egoístas y no divinos. Una palabra acerca de las imágenes y los símbolos. Nosotros no adoramos imágenes y símbolos, adoramos el espíritu que hay tras ellos. Este espíritu es Dios. Es muy fácil sentir la presencia de Dios dentro y a través de una forma concreta. A través de la forma uno tiene que ir hacia lo Informe; a través de lo finito, hacia lo Infinito. Nosotros veneramos la naturaleza. Otros sonríen ante nuestra locura y nosotros nos reímos de su ignorancia. ¿Por qué veneramos a la naturaleza? Porque hemos descubierto la verdad. Hemos descubierto la verdad de que Dios se manifiesta no sólo a través de la naturaleza sino también como naturaleza. “Algo bello es una alegría para siempre”, decía Keats. La belleza es el alma. El alma es pura alegría. Un buscador hindú no puede separar la aspiración de la naturaleza de la belleza y la alegría del alma. La aspiración de la naturaleza y el deleite del alma crean juntos una perfecta Perfección que lo ama todo, abraza todo y colma todo. “¡Miren el colmo de la locura hindú!”, dicen los críticos, “porque de todas las cosas en la creación de Dios, un hindú tiene que adorar a animales, árboles, incluso serpientes y piedras”. ¡Ay!, cuándo aprenderán estos llamados hombres de sabiduría que nosotros no veneramos las piedras como piedras, ni las serpientes como serpientes, ni los árboles como árboles, ni los animales como animales. Lo que hacemos es muy sencillo, directo y espontáneo. En todo ello veneramos al Supremo, nada más y nada menos. Con esta actitud, un hindú desea venerar a todos y a cada uno de los objetos del mundo, desde el más grande hasta el más diminuto. Hablemos sobre el sistema de castas, el cual ha sido objeto de incesantes críticas. ¿Qué es la casta? En el sentido más profundo del término, casta es unidad en la variedad. Si no hay variedad no hay signo de vida; la variedad es esencial en la evolución cósmica. Todos los individuos no pueden tener la misma clase de desarrollo: físico, vital, mental o espiritual. Tampoco es imperativa tal similitud. Lo que es de capital importancia es que a cada individuo le sea dada oportunidad y libertad infinita para desarrollarse por su propia línea de crecimiento. En este sublime ideal, sólo existe una idea: servir y ser servido. Cada individuo tiene su lugar legítimo en este ideal. Uno debe considerar el sistema de castas como el funcionamiento de sus propias extremidades: mis pies no son de ninguna manera inferiores a mi cabeza, los unos complementan a la otra. El Brahmín (sacerdote, maestro y el que establece la ley), el Kshatriya (rey y guerrero), el Vaishya (mercader, negociante y agricultor) y el Shudra (trabajador, empleado de servicio y mano dedicada) están todos unidos por su mutuo servicio. La casta no es una división. Encarna el secreto del entendimiento adecuado. Y es en el entendimiento adecuado donde nos colmamos completamente. Un hindú siente esta verdad sobria. El verdadero hinduismo abjura de todo lo que divide y separa. Sueña con la Verdad Suprema en la libertad absoluta, con la Justicia perfecta en el amor que todo lo abarca y con la más elevada Liberación individual en el servicio incondicional a la humanidad. El hinduismo da la debida importancia a todas las figuras espirituales del mundo. Reconoce una gran armonía en sus enseñanzas. Descendiendo a través de las épocas, el firmamento de la India ha exhalado el mensaje de la Paz, el Amor y la Verdad. Ha impulsado y alentado la síntesis de todas las religiones del mundo. Más aún, el hinduismo ha afirmado siempre que el fin más elevado de la vida no es permanecer en una religión en particular sino crecer más que la religión y realizar y vivir en la Verdad Eterna. El hinduismo es la encarnación de ciertos ideales elevados e infalibles. Estos ideales dentro de nosotros viven y crecen, crecen y viven. Por este hecho, el hinduismo es todavía una fuerza viviente. Vive para conducir. Conduce para vivir. Conocer el hinduismo es descubrir la India. Descubrir la India es sentir el Hálito del alma. Sentir el Hálito del alma es devenir uno con Dios. <html></div></html> <html><a class="source-title" href="ysl" title="" >Sri Chinmoy, Yoga y vida espiritual. El viaje del alma de la India., </a>Tower Publications, Inc., New York, 1971
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