Segunda parte: Preguntas y respuestas sobre la vida interior
¿Cómo se puede reconciliar la torpeza y el declive interno de América con su evolutiva inquietud espiritual?
Su pregunta es sumamente interesante y además llama a la reflexión. Es una pregunta sobre la cual uno podría decir mucho. No quiero considerarla desde el punto de vista sociológico, sino desde el punto de vista espiritual, el cual no es muy bien entendido.El declive interno de América, para mí, no es tan grave ni tan vital como usted siente que es. Considero que es una batalla entre la oscuridad y la Luz. Cuando nos abrimos conscientemente a la luz, es inevitable que todas nuestras debilidades y limitaciones inconscientes salgan a la superficie para cerrar el camino. Cuanto más nos atrae la Luz, más fuertes se hacen nuestras partes indóciles, no divinas e inconscientes. Esto es una ley espiritual ineludible, la cual podemos ver operar tanto en el individuo como en la colectividad. Antes de proseguir con su pregunta sobre América, permítame explicar por qué existe esta ley.
La ignorancia ha gobernado siempre la tierra y aún ahora continúa dominando la conciencia terrenal. El mundo material no ha aspirado conscientemente a su propia plenitud interior, que es parte de una destinada plenitud espiritual integral de la humanidad. La oscuridad ha sido siempre la dueña. No quiere que una fuerza más elevada tome su sitio, por lo tanto, lucha con todo su poder para perpetuar su autoridad. Y así, cuando la fuerza divina consigue el triunfo al hacer una apertura en una cierta área de la conciencia terrestre y es recompensada con una aspiración renovada, las fuerzas no divinas también intensifican sus esfuerzos, creando valores e ideas que están totalmente vacías de cualquier verdad superior. Esta eterna batalla entre la oscuridad y la Luz se vuelve aún más intensa cuando un ciclo nuevo y más elevado está por comenzar en la evolución del género humano, como es el caso de hoy en día.
Estas son las razones básicas por las que siente usted que hay un gran abismo entre la aspiración y los ideales elevados de América por un lado y algunas de sus acciones y valores no iluminados por el otro. Su conciencia espiritual evolutiva y sus precipitados movimientos externos no están realmente en colaboración; no se están ayudando mutuamente. Hasta que la Luz despunte por completo, la verdadera búsqueda no puede adelantarse sinceramente; de ahí que los valores que conducen al progreso espiritual integral no están mucho en evidencia.
Por otra parte, América es una nación joven. No quiere caminar, quiere correr tan rápido como pueda para cruzar la línea de meta en primer lugar. Usted sabe que al correr a toda velocidad hay muchas posibilidades de tropezar o salirse del carril. No obstante, con el impulso de progreso sincero y dinámico de América, sus tentativas y sus extravíos presentes palidecerán hasta la insignificancia, según contemplamos la promesa y las posibilidades de su plenitud futura.