¿Quién es apto para el Yoga?
¿Quién es apto para el Yoga? Tú eres apto para el Yoga. Él es apto para el Yoga. Yo soy apto para el Yoga. Todos los seres humanos sin excepción son aptos para el Yoga.La aptitud espiritual puede determinarse por nuestro sentimiento de unidad, nuestro deseo de unidad. La más diminuta gota de agua tiene derecho a sentir el océano infinito como suyo, o a clamar por tener el océano como suyo propio. Tal es el caso con el alma individual y el Alma Universal.
¿Dónde está Dios y dónde estoy yo? Dios está en el tercer piso y yo estoy en el primero. Yo subo al segundo piso. Él baja al segundo piso. Los dos nos encontramos. Yo no me olvido de lavar Sus Pies con mis lágrimas de deleite, ni Él se olvida de colocarme en Su Corazón de Compasión infinita.
¿Qué es Yoga? Yoga es la conquista de uno mismo. La conquista de uno mismo es la realización de Dios. Quien practica Yoga hace dos cosas de un golpe: simplifica toda su vida y consigue un acceso libre a lo Divino.
En el ámbito del Yoga nunca podemos tener pretensiones. Nuestra aspiración debe sonar veraz. Toda nuestra vida debe sonar veraz. Nada es imposible para un ardiente aspirante. Un Poder superior guía sus pasos. La Voluntad adamantina de Dios es su protección más segura. No importa cuánto tiempo o cuántas veces se equivoque, él tiene todo el derecho a regresar a su propio hogar espiritual. Su aspiración es una llama que asciende. No hace humo, no necesita combustible. Es el hálito de su vida interna. Le conduce hacia las riberas del Dorado Más Allá. El aspirante, con las alas de su aspiración, se remonta hacia los reinos de lo Trascendental.
Dios es Infinito y Dios es Omnipresente. Para un aspirante genuino, esto es más que una mera creencia. Es la Realidad sin segunda.
Ahora enfoquemos nuestra atención en la vida espiritual. Es equivocada la idea de que la vida espiritual es una vida de austeridad y un lecho de espinas. ¡No, jamás! Hemos venido de lo Dichoso. A lo Dichoso regresaremos con la espontánea alegría de la vida. Parece difícil porque complacemos a nuestro ego. Parece artificial porque atesoramos nuestras dudas.
La realización de Dios es la meta de nuestra vida. También es nuestra herencia más noble. Dios es a la vez nuestro Padre y nuestra Madre. Como Padre, Él observa; como Madre, Él crea. Nosotros, igual que un niño, nunca dejaremos de requerir de nuestra Madre para poder ganar Su Amor y Su Gracia. ¿Cuánto tiempo puede una madre continuar desatendiendo el llanto de su hijo? No olvidemos que si existe alguien en la tierra sobre quien todos los seres humanos tengan una plena demanda, ese es el Divino en el aspecto de Madre. Ella es la única fortaleza de nuestra dependencia; Ella es la única fortaleza de nuestra independencia. Su Corazón, el hogar de la Infinitud, está abierto eternamente a cada individuo.
Deberíamos familiarizarnos ahora con las ocho significativas zancadas que conducen a un aspirante hacia su destino. Estas zancadas son: Yama, el autocontrol y la abstinencia moral; Niyama, la estricta observancia de conducta y carácter; Asana, las diversas posturas corporales que nos ayudan a entrar en una conciencia más elevada; Pranayama, la respiración sistemática para controlar la mente; Pratyahara, el alejamiento de la vida de los sentidos; Dharana, la fijación de nuestra conciencia en Dios, apoyada por todas las partes del cuerpo; Dhyana, la meditación, el incesante tren expreso que se dirige veloz hacia la Meta, y Samadhi, el trance, la culminación de la danza de la Naturaleza, la fusión total de nuestra conciencia individual en la Conciencia infinita del Supremo Trascendental.
Yoga es nuestra unión con la Verdad. Esta unión se desenvuelve en tres etapas. En la primera, el hombre ha de sentir que Dios lo necesita a él tanto como él necesita a Dios. En la segunda etapa el hombre ha de sentir que, sin él, Dios no existe ni siquiera por un segundo. En la tercera y última etapa, el hombre ha de darse cuenta de que él y Dios no sólo son eternamente Uno, sino también iguales y lo abarcan todo y lo colman todo.