Los libros antiguos hablan de Nama Rupa, el Nombre y la Forma. Las palabras son Nama Rupa, ¿verdad? Las ideas son Nama Rupa. Ahora bien, esto no es realmente Dios. Esto son fabricaciones humanas. El significado es algo manufacturado. No existe realidad en la palabra en sí ¿no es cierto?

Como sabe usted, el estudio de la semántica ha profundizado mucho en este problema. Sabemos que no es la palabra en sí, sino el concepto que adherimos a la palabra lo que crea la mayoría de nuestras dificultades. No es la palabra en sí lo que posee un valor intrínseco, sino el concepto que la palabra nos transfiere. Pero ciertas palabras espirituales están cargadas con un significado o una condición o una conciencia que se ha desarrollado en ellas desde hace miles de años de un uso espiritual especial. Cuando profundizamos en el significado de tal palabra y revelamos su aliento mismo y manifestamos su realidad interna en el plano externo, entonces la palabra cumple con su propósito, tanto interna como externamente.

El planteamiento espiritual al problema de las palabras es que debemos ir desde la forma hacia lo Informe. Debemos ir a través lo finito hacia lo Infinito. Realmente, esta es la lógica divina. La forma posee un valor incomparable al principio, pero no necesariamente al final. Para el principiante en el sendero espiritual, una forma es absolutamente necesaria; la forma lo es todo para él. Por eso, al principio decimos que Dios tiene una forma. Pero cuando el buscador profundiza en su interior y ve que Dios no es un ser humano o un ser mental sino una vasta Conciencia infinita, va más allá de la forma hacia lo Informe, y puede sentir a Dios como la Conciencia infinita. Pero además, Dios, siendo Infinito, puede también ser finito. De lo contrario, no sería Infinito. Él es Omnipotente porque puede vivir al mismo tiempo en el diminuto átomo y en el vasto universo.