Dudamos de Dios…
Dudamos de Dios a nuestro antojo. Dudamos de Dios precisamente porque pensamos que es invisible. Dudamos de Él porque pensamos que es inaudible. Dudamos de Dios porque pensamos que es incomprensible.Pero ¿qué hemos hecho para ver a Dios? ¿Qué hemos hecho para oír a Dios? ¿Qué hemos hecho para entender a Dios?
Para verle, ¿hemos rezado cada día con toda el alma? La respuesta es no. Para oírle, ¿hemos amado a la humanidad devotamente? ¡No! Para comprenderle, ¿hemos servido a la divinidad en la humanidad? ¡No! No hemos rezado a Dios. No hemos amado a la humanidad. No hemos servido a la divinidad en la humanidad. Y aun así queremos ver a Dios cara a cara. Es imposible.
Dios puede ser visto en virtud de nuestrs súplica interna, de lo que llamamos aspiración, la llama que asciende en nuestro interior. En todo momento, esta llama está ascendiendo hacia lo más alto. Si sabemos suplicar en nuestro interior, esta llama ascenderá alto, más alto, altísimo; y al ascender, iluminará al mundo a su alrededor.