Curiosidad

Una persona curiosa no quiere la verdad; no necesita la verdad. Simplemente quiere otros le digan qué aspecto tiene la verdad. En muy raras ocasiones, es posible que quiera ver la verdad a una distancia. Pero teme aproximarse personalmente a la verdad. Siente que, en cuanto se acerque, el poder volcánico de la verdad lo destruirá, destruirá su existencia terrenal, que no es sino ignorancia.

La curiosidad comete dos pecados imperdonables: aniquila nuestro amor espontáneo por la luz, la luz iluminadora que transforma nuestra vida y nos capacita para realizar la Verdad más elevada. Y también extingue nuestra llama interna que es un fuego normal y natural. Esta llama interna que llamamos aspiración, cuanto más alto se eleva, más pronto alcanzamos la Ribera del Dorado Más Allá.

La curiosidad tiene miedo de dos cosas: la realidad más elevada y la divinidad. Cuando la realidad —es decir, la Realidad trascendental— mira a la curiosidad, esta siente que va a quedar expuesta en cualquier momento, y huye de inmediato buscando un escape, un lugar para esconderse. Cuando la divinidad mira a la curiosidad, la curiosidad maldice a la divinidad debido a un miedo tremendo. Siente que un perfecto extraño está entrando en su aliento mismo.

La curiosidad tiene, sin embargo, dos amigos íntimos: la duda y los celos. La duda alimenta a la curiosidad justo en el momento en que la Paz, el Amor, la Dicha y el Poder divinos del Maestro espiritual quieren ayudar a la humanidad incondicionalmente. La duda alimenta a la curiosidad en ese preciso momento. Los celos hacen que la curiosidad sienta que ella es muy inferior a los genuinos buscadores de la Luz infinita. Por tanto, los celos no permiten que la curiosidad entable amistad con los buscadores espirituales o que tome ayuda espiritual de ellos. Los celos dicen: «¿Qué más da si el buscador espiritual o el Maestro espiritual es tan grande? Déjame quedarme en las redes de la ignorancia. No me hace daño». Aquí, los celos llevan a la curiosidad a permanecer donde ya está.

La curiosidad no es espiritualidad; pero no podemos volvernos sinceros de la noche a la mañana. Si no soy sincero, no puedo llegar a serlo en un abrir y cerrar de ojos. Es imposible. Pero si, por curiosidad, quiero ver lo que está pasando en los buscadores espirituales sinceros que sienten que Dios es la única necesidad, tal vez yo mismo puedo tratar de actuar sincero, porque veo algo divino y colmador en ellos.

Por tanto, si uno va por curiosidad a ver a un buscador espiritual sincero o a un Maestro espiritual, puede ser que todavía vea algo que no ha visto antes. Tengo algunos estudiantes o discípulos que vinieron a mí con curiosidad y muy limitada aspiración. Debo decir que tengo también estudiantes y discípulos sumamente sinceros. Pero no quiero echar agua fría sobre quienes no son lo bastante afortunados para tener aspiración genuina. A ellos les digo: «No os preocupéis. Si habéis venido a mí solamente por curiosidad, no es malo. Juntaros con los buscadores sinceros. Ved lo que ellos están logrando de su genuina vida espiritual. Y si sentís que su vida espiritual ha cambiado su naturaleza o les está dando una nueva luz y paz, un nuevo significado a sus vidas, intentad seguir su ejemplo. Sed uno con ellos».

Me he cruzado con bastantes seres humanos total y exclusivamente curiosos que han sido transformados en buscadores serios y sinceros. La Verdad ha de realizarse, ya sea hoy o mañana, por lo tanto, si ahora mismo no tenemos la máxima sinceridad, no pasa nada. La sinceridad crece, como cualquier otra cosa. La sinceridad puede desarrollarse como un músculo. Si ahora mismo no tenemos una fuerte aspiración, no pasa nada. Podemos desarrollar la aspiración, nuestro llanto interno.

A los muchos, muchos buscadores sinceros les digo: corred rápido, muy rápido, lo más rápido hacia vuestra Meta destinada. Y a los buscadores curiosos les digo: no os detengáis con el logro de vuestra curiosidad. Por favor, intentad ir un paso más allá. Y entonces veréis la curiosidad de hoy transformarse en la sinceridad de mañana, y en vuestra sinceridad veréis el llanto interno, la llama ascendente que llamamos aspiración.

La aspiración de hoy es la realización de mañana. Esta es la única verdad, la única realización que puedo ofreceros, queridos hermanos y hermanas, buscadores de la Verdad infinita. Comenzad aquí y ahora.