VII - SIRVIENDO AL MUNDO // 1 - Uniendo los mundos interno y externo
¿Es la vida espiritual un escape de la realidad?
Una persona sin aspiración piensa que el placer imperecedero es la única realidad. Una persona aspirante siente que una experiencia divina es la única realidad. Una persona que ha realizado a Dios sabe que solo Dios, el Amante supremo, posee la Realidad, y solo Dios, el Amado supremo, es la Realidad. La Realidad es también Dios-la Luz colmadora, y el hombre-la vida colmada.La morada de la plenitud trascendental tiene tres puertas: el amor, la libertad y el deleite. La puerta del amor está abierta solo para quien sirve a la humanidad implorante. La puerta de la libertad está abierta solo para quien sirve a la humanidad luchadora. La puerta del deleite está abierta solo para quien sirve a la humanidad que despierta.
La vida espiritual nunca es un escape de la realidad; por el contrario, la vida espiritual es la aceptación consciente y espontánea de la realidad en su totalidad. Para un buscador espiritual, la idea de un escape de la realidad es absurda, y además imposible, puesto que la espiritualidad y la realidad se necesitan mutuamente para colmarse supremamente. Sin el alma de la realidad, la espiritualidad es peor que inútil. Sin el latido de la espiritualidad, la realidad es peor que insignificante. La espiritualidad con la realidad significa el llanto interno del hombre por la perfecta Perfección. La realidad con la espiritualidad significa la omnipotente Voluntad de Dios por una manifestación total y absoluta.
La aceptación de la vida con una actitud divina no solo es una idea sublime sino el ideal mismo de la vida. Este ideal de vida es realizado, revelado y manifestado a través de la inspiración de Dios que eleva el alma y la aspiración del hombre que construye la vida. La aceptación de la vida es el orgullo divino de la verdadera espiritualidad. Vivir una vida espiritual es nuestra única responsabilidad.
La huida es un pensamiento indigno; actúa como un ladrón, como el peor ladrón posible. La huida consigue fácil y libre acceso al corazón de la tenebrosa oscuridad; quien se abandona a la idea de una huida inmediata, comete inequívocamente un prolongado suicidio.
No, jamás debemos hacer una cobarde huida. Siempre debemos ser valientes. La valentía divina es nuestro derecho innato. Somos los héroes-guerreros de la Realidad suprema, elegidos para pelear contra la abundante, perturbadora y amenazante noche de ignorancia.