Pregunta: ¿Por qué no hace Dios todas nuestras meditaciones igualmente buenas?

Sri Chinmoy: No tienes una buena meditación todos los días, a pesar de tus mejores intenciones. Algunos días te levantas, meditas temprano por la mañana, a tu hora adecuada, pero la meditación real no se produce. En ese caso, en lugar de maldecirte o maldecir a tu Maestro, sencillamente deberías decir: «Ah, quizá es esto lo que el Supremo quiere. Tal vez el Supremo quiere que yo tenga esta experiencia». Debes sentir esto conscientemente. Estás procurando hacer lo mejor para meditar bien, pero desafortunadamente tu meditación no ha sido nada satisfactoria. Por tanto, debes sentir: «Estoy intentando hacerlo lo mejor que puedo. Depende ahora de Él darme la mejor meditación». Pero, por favor, recuerda que tu propia aspiración y tu voluntad de meditar con regularidad y puntualidad a una hora determinada sigue teniendo suma importancia.

Sabes que es necesario que el cuerpo coma, pero no puedes tener todos los días la comida más deliciosa. Tal vez tu esposa cocina extremadamente bien, pero si ella no prepara una comida muy deliciosa todos los días, ¿qué harás? ¿Deberías enfadarte? ¡No! En ese momento sientes que ella tiene algo más importante que hacer que cocinar. De la misma manera, deberías sentir que si un día en particular el Supremo no te ha dado una buena meditación, Él está pensando en hacer algo muy grande para ti de alguna otra manera. En vez de enfadarte con Él, ten fe en Él y siente que te dará alguna experiencia diferente.

En el caso de tu esposa, su existencia entera está dentro de ti. Si no puede darte la comida más deliciosa, hará alguna otra cosa para complacerte, para hacerte feliz. En el caso de Dios, si hoy no te da una buena meditación, te dará otra cosa que será tan importante o más. Una persona que amamos tiene todo el derecho a complacernos de varias maneras; de lo contrario nos aburrimos. Hoy, Dios te está complaciendo a través de la meditación, mañana Él te complacerá a través de la dedicación y pasado mañana te complacerá todavía de otra manera. Él quiere colmarse en ti y a través de ti todos los días. Pero tiene todo el derecho a cambiar Sus maneras de hacerlo. Si tienes un menú fijo y dices: «Esta comida es buena, la comeré todos los días», pasado un tiempo estarás harto de ella. Lo mismo sucede con el alimento divino; debería haber siempre variedad.