Pregunta: ¿Cuál es la relación entre el Amor divino y la Compasión divina?
Sri Chinmoy: El Amor divino es para todo el mundo. Es como el sol. Uno solo tiene que abrir la ventana de su corazón para recibir el Amor divino. La Compasión divina es para los pocos elegidos. La Compasión de Dios es como un imán que atrae al aspirante hacia su meta. Es una poderosa fuerza que guía, empuja y tira constantemente del aspirante y no le permite resbalar en el sendero de la Autorrealización. El Amor divino reconforta y ayuda al aspirante, pero si el aspirante se duerme, el Amor divino no le forzará a despertar y no le obligará a reanudar su viaje. La Compasión divina no es como la compasión humana. De una manera humana, podemos tener compasión y piedad por alguien, pero esta compasión no tiene la fuerza para cambiar a la persona y hacerla correr desde su condición ignorante hacia la Luz. En el caso de la Compasión de Dios, es una fuerza que cambia y transforma al aspirante y lo aleja de cometer errores mayores en su vida espiritual. Si no fuera por la Compasión de Dios, ninguno de mis discípulos estaría hollando el sendero de la Autorrealización. Esta Compasión es la que los previene de cometer errores serios y salirse del camino. La Compasión de Dios llega a los discípulos a través de la Gracia de su Maestro. Cuando Dios muestra Su Compasión a través del Maestro espiritual, espera que el buscador vendrá inmediatamente cerca, muy cerca, cerquísima de Él. A través de solo la Compasión, el discípulo puede devenir lo más cercano a Dios. El Amor puede muchas veces ser malentendido. Si uno muestra amor, la gente puede creer que hay algún motivo detrás. Piensan: «Está demostrándome más amor, por lo tanto quiere algún favor añadido». En el sentimiento de amor entre el Guru y el discípulo, el discípulo puede ser un cincuenta por ciento amoroso y el Guru puede ser un cincuenta por ciento amoroso. Pero en la Compasión, el Guru puede estar ofreciendo el noventa y nueve por ciento y el discípulo el uno por ciento, y aún con este uno por ciento, el discípulo está tratando de entrar en el campo de ignorancia. Cuando la Compasión viene, vuela como una flecha y desgarra el velo de la ignorancia. El amor puede quedarse incluso con la ignorancia, pero la Compasión no lo hará. La Compasión ha de tener éxito; de lo contrario será retirada. Se quedará unos segundos, unos minutos o unos pocos años; pero tiene que enviar un informe a la Autoridad más elevada y decir si ha tenido éxito o no. Finalmente, llega un momento en que la Autoridad más elevada dice: «Es un desierto estéril. Regresa». Entonces la Compasión ha de volar de regreso a la Autoridad más elevada, el Supremo. Un Maestro espiritual genuino trata de aproximarse a sus discípulos con un amor purísimo, níveo. Pero a menudo fracasa porque su amor no obtiene respuesta alguna. Entonces cambia su política y lo intenta con la Compasión. Nuevamente, a menudo su Compasión es rechazada o mal comprendida, hasta el extremo de ser de hecho desperdiciada y maltratada. La gente atribuye motivos al Amor purísimo y a la Compasión purísima del Maestro. Cuando el Maestro aprecia a alguien, esa persona duda de sus motivos. «¿Cómo puede ser tan bueno el Maestro? ¿Cómo puede ser tan agradable? Tal vez quiere algo más, algo importante, de mí». Con su Amor ha fallado y con su Compasión ha fallado. ¿Qué le queda? ¡La inevitable severidad! El Amor todavía continuará y la Compasión continuará, pero junto con estas dos cualidades divinas, el Maestro añade la estricta disciplina interna y externa. Finalmente, si fracasa en ver disciplina interna y externa en la vida de un aspirante, se ve obligado a decirle al aspirante que su sendero no es para él. Su misión puede crecer y colmarse únicamente en virtud de la verdadera devoción interna y el servicio desinteresado y dedicado del aspirante.
Sri Chinmoy, Más allá-dentro (Una filosofía para la vida interior), Agni Press, 1975