El hombre y Dios

El propósito de la vida es llegar a ser conscientes de la suprema Realidad. El propósito de la vida es ser la expresión consciente del Ser eterno.

Dios no es algo que se obtiene desde fuera. Dios es eso mismo que puede ser revelado desde dentro.

En la vida ordinaria, cada ser humano tiene millones y millones de preguntas que hacer. En la vida espiritual, amanece un día en que el buscador siente que solo hay una pregunta que vale la pena formularse: «¿Quién soy yo?». La respuesta de las respuestas es: «No soy el cuerpo, soy el Piloto Interno».

¿Cómo es posible que el hombre no se conozca a sí mismo, algo que debiera ser el más fácil de todos sus empeños? No se conoce a sí mismo, precisamente porque se identifica con el ego y no con su ser real. ¿Qué le obliga a identificarse con este pseudo-ser? La ignorancia. ¿Y qué le dice que el ser real no es ni puede ser nunca el ego? La búsqueda de sí mismo. Lo que ve en lo más recóndito de su corazón es su ser real, su Dios. Antes o después, ese ver debe transformarse en devenir.

¿Cuál es la relación entre Dios y el hombre? Dios tiene un Aliento viviente y ese Aliento viviente es el hombre. El hombre tiene una Meta, y el nombre de esa Meta es Dios. En Dios está la satisfacción, el logro y el cumplimiento del hombre.

La necesidad del hombre es Dios. La necesidad de Dios es el hombre. El hombre necesita a Dios para su más elevada realización trascendental, y la tendrá en Dios. Dios necesita al hombre para Su Manifestación absoluta aquí en la tierra. Nosotros necesitamos a Dios para realizar nuestra verdad más elevada o nuestra existencia más elevada. Dios nos necesita para manifestarse completamente, divinamente y supremamente aquí en la tierra.

Dios y el hombre son uno eternamente. Dios es el hombre que aún ha de colmarse en Su Infinitud, y el hombre es el Dios que aún ha de realizar su divinidad. Igual que Dios, el hombre es infinito; igual que el hombre, Dios es finito. No hay una abismal diferencia entre el hombre y Dios. El hombre es el Dios de mañana; Dios, el hombre de ayer.

Yo tengo que crecer y Dios tiene que fluir. Yo crezco como ser humano en Su Conciencia altísima; Dios fluye en mí y a través de mí con Su Compasión infinita.

La Barca-Sueño de Dios es el hombre —el hombre de experiencia, el hombre de realización, el hombre de unidad total con el Dios Omnisciente y Omnipotente, con Dios el Padre todo amoroso—.

La Barca-Vida del hombre es Dios. La existencia misma del hombre es Dios. El hombre realiza a Dios, el hombre encarna a Dios y el hombre, finalmente, manifestará a Dios aquí en la tierra.

El Sueño de Dios es el hombre. Dios Se colma en el hombre, con el hombre, a través del hombre y para el hombre. ¿Qué significa cuando decimos que el hombre es un Sueño de Dios? Primero, hemos de saber que el Sueño de Dios no es como un sueño humano. Hay una gran diferencia entre los sueños humanos y el Sueño divino de Dios. El sueño de la tierra es una fantasía mental; el Sueño divino de Dios es el precursor de la Realidad. Cada segundo, los Sueños de Dios están siendo transformados inmediatamente en realidad. Los sueños humanos son a menudo pensamientos e ideas meditabundos que a veces intentamos realizar. Con frecuencia, cuando soñamos, nos sentimos miserables porque nuestros dulces sueños nunca son colmados. A veces nos volvemos víctimas de fuerzas hostiles que nos hacen soñar acerca de toda clase de incidentes horribles que tienen lugar en nuestra vida. Asimismo, a veces creamos nuestras propias fantasías durante el día y estas se presentan durante la noche en la forma de un sueño.

En el caso de Dios, Él no tiene sueños de esta clase. Su Sueño es más bien como la tapa en una caja; si solo levantas la tapa, ahí está el mundo, ahí está la meta. Por tanto, en el Drama de Dios, el Sueño de hoy es la Realidad de mañana. Cuando devenimos uno con Dios, vemos que todo en el Sueño de Dios ya encarna la Realidad misma. Es decir que, cuando el Divino sueña en el buscador, la Realidad va a ser manifestada inmediatamente en su vida.