–¿Es mi Dios completo? ¿Es mi Dios perfecto? ¿Está mi Dios satisfecho?

Oh mi Dios, ¿eres completo?
No, no lo soy.

¿Por qué no eres completo?
Tal vez seas tú la causa.

Oh mi Dios, ¿eres perfecto?
No, no lo soy.

¿Por qué no eres perfecto?
Tal vez seas tú la causa.

Oh mi Dios, ¿estás satisfecho?
No, no lo estoy.

¿Por qué no estás satisfecho?
Tal vez seas tú la causa.

Mi Dios, eres un Dios muy listo.
Me echas a mí toda la culpa.
De acuerdo.
Lo acepto.
Ahora dime,
¿Cómo puedo completarte?
¿Cómo puedo perfeccionarte?
¿Cómo puedo satisfacerte?

Para completarme, Mi niño,
dame tu corazón de amor genuino.

Para perfeccionarme, Mi niño,
dame tu vida de ignorancia exánime.

Para satisfacerme, Mi niño,
dame tu alma de promesa divina.