Pregunta: ¿Cómo sé que estoy entrando en un plano superior mientras medito y que no es simplemente mi imaginación?
Sri Chinmoy: Hay una manera muy fácil de saberlo; si estás realmente entrando a un plano superior, sentirás que tu cuerpo se vuelve muy liviano. Aunque no tengas alas, sentirás que puedes volar. De hecho, cuando hayas alcanzado un mundo muy elevado, verás realmente un ave dentro de ti que puede fácilmente volar en el cielo como hacen las aves reales.Cuando se trata de tu imaginación, obtienes un sentimiento muy dulce durante algunos minutos y en seguida entran en ti pensamientos oscuros o frustrantes. Piensas: «Estudié mucho, pero no hice bien el examen» o «trabajé duro en la oficina, pero no conseguí complacer a mi jefe». Estas fuerzas negativas en forma de frustración vendrán inmediatamente. O puede entrar la duda y tal vez digas: «¿Cómo puedo estar meditando tan bien? Ayer cometí tantos errores; dije tantas mentiras… ¿Cómo puede Dios estar complacido conmigo? ¿Cómo puedo estar teniendo una meditación tan elevada?». Pero si realmente es una meditación elevada, sentirás que tu existencia entera, como un ave divina, está remontándose y volando. Cuando tienes este sentimiento, no hay ningún pensamiento malo, ningún pensamiento negativo, ningún pensamiento frustrante, ninguna duda. Todo es alegría, todo es dicha, todo es paz. Estás volando en los cielos del deleite.
Justo después de nuestra meditación, si tenemos un buen sentimiento hacia el mundo, sabemos que nuestra meditación fue buena. Si vemos el mundo de un modo amoroso a pesar de sus imperfecciones, entonces sabemos que nuestra meditación fue buena. Si tenemos un sentimiento dinámico justo después de la meditación, si sentimos que hemos venido al mundo para hacer algo, para llegar a ser algo, eso indica que hemos hecho una meditación buena. Este sentimiento de que tenemos que hacer algo no quiere decir que estemos alimentando nuestra ambición humana. ¡No! En el momento en que intentemos alimentar nuestra ambición, esta nos enredará como una serpiente. Lo que hemos venido a hacer al mundo es lo que Dios quiere que hagamos. Lo que hemos venido a llegar a ser en el mundo es lo que Dios quiere que lleguemos a ser. Lo que Dios quiere que hagamos es convertirnos en Su propia imagen. Lo que Dios quiere que seamos es Su instrumento dedicado. Durante nuestra meditación, si obtenemos el sentimiento de que Dios quiere que nos convirtamos en Su imagen misma y quiere que seamos Su instrumento dedicado, y este sentimiento se traduce en acción después de nuestra meditación, entonces podemos estar seguros de que estábamos meditando bien.
Pero la manera más fácil de saber si hemos tenido una buena meditación es sentir si la paz, la luz, el amor y el deleite están aflorando desde el interior. Cada vez que surge la luz, el amor, la paz o el deleite, el cuerpo entero estará recargado de esa cualidad divina. Cuando tenemos esta experiencia, sabemos que hemos hecho una meditación muy buena. Cada vez que estas cualidades afloran, sin duda sentimos que estamos recordando una historia olvidada. Solo a través de la meditación podemos recordar nuestra historia olvidada. Esta historia fue escrita por el buscador en nosotros; no fue escrita por nadie más. Es nuestra propia creación, pero la hemos olvidado, y es la meditación lo que nos la trae de nuevo. Cuando recordamos esta historia, nos sentimos llenos de júbilo por haber creado una historia tan bella y que esta sea la historia de nuestra vida.