Pregunta: ¿Cómo podemos entregarnos al Supremo?

Sri Chinmoy: Digamos que de niño, cuando tenías unos tres años, siempre solías hacer caso a tu madre. Ahora tal vez no le haces caso siempre; pero cuando eras un niño había cosas que tu madre te pedía hacer o no hacer. ¿Hiciste mal entonces al escucharla? No. Tu madre te pedía que no tocaras el fuego y tú la creías. Si hubieras tocado el fuego, te habrías quemado la mano. Pero precisamente por ser obediente y entregarte a la voluntad de tu madre, evitaste quemarte. Tienes que tener este mismo tipo de fe en la vida espiritual. Necesitas sentir que tu Maestro espiritual, igual que tu madre, no te decepcionará ni te engañará. Ahora eres un niño, un bebé en la vida espiritual. Tu Maestro espiritual no te engañará; tu Piloto Interno no te engañará. ¡No! La entrega viene únicamente cuando uno tiene fe en el otro, cuando uno tiene más fe en esa otra persona en particular que en sí mismo. También puedes volverte un niño desaprendiendo simplemente. La ignorancia y la oscuridad te han enseñado muchas cosas que ahora tienes que desaprender. Un niño no sabe prácticamente nada; solo sabe amar a su madre y a su padre, y eso es más que todo para el niño. Cada uno tiene que desaprender cosas que la mente le ha enseñado. Por eso, cuando rezamos y meditamos, lo primero que deberíamos hacer es deshacernos de dudas, sospechas y otras cualidades negativas. Si complaces a tus padres cuando ellos quieren que hagas algo, entonces si les pides dinero o alguna otra ayuda material, inmediatamente te la darán. Ellos te lo darán porque tienen mucho más dinero que tú, mucha más capacidad en varias áreas. Pero si no los complaces, no te darán nada. Cuando un niño llega corriendo a su padre con diez céntimos que acaba de encontrar en la calle: «¡Mira, Padre, me he encontrado diez céntimos!», el padre está muy feliz de que su hijo haya venido a él. Su única posesión, su única riqueza, es una moneda de diez céntimos. Con esta moneda, podría haber ido a comprarse una golosina o haberla usado de alguna otra manera, pero no lo hizo. En cambio, fue a la casa a ver a su padre con esta pequeña moneda. Naturalmente, el padre está encantado y le da cincuenta céntimos o un dólar en vez de los diez céntimos. En la vida espiritual también, tú das un poco de aspiración —tus diez céntimos— durante tu oración o meditación a primera hora de la mañana por unos minutos. Entonces, el Maestro espiritual inmediatamente invocará muchas cosas para ti: Paz, Luz, Dicha, Alegría y Deleite. Pero tú tienes que dar una pizca de aspiración durante esos cinco minutos o media hora de meditación por la mañana. Dios nunca estará en deuda contigo. Tú tienes una pequeña capacidad; meditas en Dios unos minutos al día. Cuando Él ve que eres constante en tu meditación, que eres sincero y formal, y que has aceptado la vida espiritual de todo corazón, Dios vierte Su Compasión ilimitada sobre ti en forma de Luz, Deleite y Paz. Así pues, dale a Dios lo que tienes: tu fe de niño y tu llanto interno. Si puedes darle tu llanto interno, y tienes fe implícita en Él, la entrega tendrá automáticamente una presencia preponderante en tu vida de aspiración.