Humildad

Mi humildad no significa que quiero que el mundo me ignore. Eso no es humildad. Mi humildad dice que yo no debería encubrir mi ignorancia ni alardear de mi conocimiento. Estar violentamente insatisfecho con uno mismo y maldecir el propio sino, no es un signo de humildad. Los verdaderos signos de la humildad son la propia aspiración constante y la propia súplica interna por más Paz, Luz y Dicha.

La semilla de la humildad es excepcionalmente fértil; tal vez no haga germinar plantas de poder y fuerza, pero produce flores de dulzura, gracia, modestia y luz.

El amor por el Divino es, en su esencia, una espontánea humildad espiritual.

La humildad no tiene necesidad de sentarse en el trono del Rey, pero el Rey no puede evitar llevar el trono a la humildad. ¿Y quién es el Rey?: la Compasión de Dios.

Una oración, en su definición más sencilla y efectiva, es humildad escalando el firmamento del Deleite todo-colmador.

Solo el verdadero sentido de humildad puede levantarnos de nuestras rodillas tan alto como aspiremos.

Debemos comprender que solo hay una manera de adquirir infinitas posibilidades futuras; esa manera radica en el gran poder de la humildad.